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Un paseo energético lo cura (casi) todo.

 

 

 

 

“Un paseo energético tiene dos vertientes, cuando lo haces por sitios conocidos y cuando vas por lugares nuevos. Si paseas por sitios que ya conoces, los primeros efectos positivos son los de activación cardiovascular: quien mueve las piernas, mueve el corazón. Mientras paseas, giras la cabeza: el campo visual va cambiando y se encuentran estímulos visuales a la derecha y a la izquierda. De esta manera, se activan ambos hemisferios cerebrales, el paseo los pone a hablar entre sí. Esto es un magnífico ejercicio, pues en el cerebro, un hemisferio suele dominar sobre el otro.

Si se hace de forma consciente “estando aquí y ahora”, el paseo se transforma en un acto meditativo. “Para eso, hay que abstraerse de pensamientos del pasado y del futuro y concentrarse en el presente. Es muy difícil, pero si se consigue, el paseo tendría todos los beneficios de una meditación.

Pasan aún más cosas en el cerebro cuando paseamos por sitios desconocidos, se libera dopamina,“un neurotransmisor que marca la novedad en el cerebro y sirve para identificar el peligro o para prestar atención. Un buen aporte diario de dopamina elevará otro neurotransmisor, la serotonina, que es la responsable del estado de ánimo. El paseo ayuda a mantener ambos neurotransmisores en niveles altos”

Si eres de los que se quedan atrapados en bucles de pensamientos rumiantes, pasear también es para tí. Una caminata será suficiente para cambiar el foco de la obsesión. “La caminata interrumpe el ciclo y nos saca del bucle de pensamientos, ya sea porque el paisaje redirige nuestra atención o porque el ejercicio físico exige cierta concentración”

Las personas que olvidan cosas con frecuencia también podrían mejorar su memoria con un paseo enérgico, pero en este caso la clave está en la palabra enérgico

Para pensar bien hay que levantarse de la silla y salir a pasear.

 

“Para pensar libremente hay que hacerlo al aire libre, ligero, como él caminante”.